Respuesta:
La Biblia afirma rotundamente en Gálatas 5:1 que los creyentes son libres en Cristo: "Cristo nos hizo libres" (Gálatas 5:1, NBLA). Antes de que Jesús muriera en la cruz, el pueblo de Dios vivÃa bajo un detallado sistema de leyes que servÃan de brújula moral para guiar sus vidas. La Ley, aunque impotente para conceder la salvación o producir la verdadera libertad, señalaba el camino hacia Jesucristo (Gálatas 3:19-24). Mediante Su muerte sacrificial, Jesucristo cumplió la Ley, liberando a los creyentes de la ley del pecado y de la muerte. Las leyes de Dios están ahora escritas en nuestros corazones por medio del EspÃritu de Dios, y somos libres para seguir y servir a Cristo, de manera que le agrademos y le glorifiquemos (Romanos 8:2-8). En pocas palabras, esta es la definición de la libertad cristiana.
En Cristo, somos libres del sistema opresivo de la Ley, somos libres de la pena del pecado y somos libres del poder del pecado. La libertad cristiana no es una licencia para pecar. Somos libres en Cristo, pero no libres para vivir como queramos, complaciendo a la carne: "Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad; pero no usen esa libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la libertad para servirse unos a otros por amor" (Gálatas 5:13, NTV). Los creyentes no son libres para pecar, sino para vivir santamente en Cristo.
En 1 Corintios 10, el apóstol Pablo da una ilustración práctica de la libertad cristiana: "Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo. Que nadie busque sus propios intereses, sino los del prójimo" (1 Corintios 10:23-24, NVI).
Al escribir a la iglesia de Corinto, Pablo menciona a miembros que asistÃan a comidas en templos paganos, tal como habÃan hecho antes de recibir a Cristo. Se sentÃan libres de seguir participando porque pensaban que estas fiestas eran simplemente una parte normal de la cultura social. No veÃan sus acciones como adoración pagana.
Pablo hizo varias advertencias, recordando a los corintios los peligrosos coqueteos de Israel con la idolatrÃa en el Antiguo Testamento. Luego abordó la cuestión práctica de comer carne sacrificada a los Ãdolos.
"Todo está permitido", decÃan los corintios. Es cierto, dice Pablo; los cristianos tienen mucha libertad en Cristo. Sin embargo, no todo es beneficioso o constructivo. Nuestra libertad en Cristo debe equilibrarse con el deseo de edificar y beneficiar a los demás. Al decidir cómo ejercer nuestra libertad cristiana, debemos buscar el bien de los demás antes que nuestro propio bien.
En el judaÃsmo, se imponÃan restricciones a la compra de carne en el mercado. Los judÃos solo podÃan comprar y comer carnes kosher. Pablo dijo que los creyentes eran libres en Cristo para comprar y comer cualquier carne (1 Corintios 10:25-26). Sin embargo, si surgÃa la cuestión de la carne sacrificada a los Ãdolos, los creyentes debÃan seguir una ley superior. El amor es lo que limita la libertad cristiana.
Básicamente, el mensaje de Pablo a los creyentes del Nuevo Testamento y a nosotros hoy es el siguiente: aunque creamos que tenemos razón y que gozamos de libertad cristiana en un ámbito, si nuestras acciones pueden hacer que otro hermano o hermana tropiece en su fe, debemos abstenernos por amor.
La cuestión en tiempos del Nuevo Testamento era comer carne ofrecida a los Ãdolos; hoy en dÃa hay otras "áreas grises" que surgen en nuestro caminar cristiano. Romanos 14:1 las llama "cuestiones discutibles", áreas en las que la Biblia no da directrices claras sobre si un comportamiento es pecado. Cuando nos enfrentamos a zonas grises, podemos confiar en dos principios rectores para regular nuestra libertad cristiana: que el amor a los demás nos obligue a no hacer tropezar a nadie, y que nuestro deseo de glorificar a Dios sea nuestro motivo supremo (1 Corintios 10:31).