Pregunta: ¿Acaso no es una falta de amor decirle a alguien que está pecando?
Respuesta:
Hablar de pecado está mal visto hoy en dÃa. Incluso muchos pastores evitan hacer declaraciones que puedan ser vistas como remotamente condenatorias o reprobatorias. La opinión generalizada es que es poco amable o poco cariñoso—y, por tanto, contrario a Dios—adoptar una postura contraria a ciertas actividades. Sin embargo, lo que es socialmente aceptable no siempre es bÃblicamente aceptable, y la cuestión de amar a alguien no tiene nada que ver con si el comportamiento de esa persona es aceptable o no para Dios.
Es importante definir correctamente el amor. Si por "amor" uno quiere decir "aplaudir un estilo de vida pecaminoso", "ignorar el pecado" o "profesar que las acciones no importan", entonces esa es una visión defectuosa del amor. BÃblicamente, el amor es hacer lo que es mejor para alguien, sin importar el costo. Por lo tanto, el amor es verdadero. El engaño no puede traer lo "mejor" para nadie.
Jesús mostró el equilibrio perfecto entre la verdad y la gracia (Juan 1:14). Él encarnaba ambas. Jesús siempre dijo lo que era precisa e inequÃvocamente cierto, y reprendió con dureza a quienes se oponÃan a la verdad (ver Mateo 23:33). Pero Jesús no tenÃa más que palabras de consuelo y gracia para los que acudÃan a Él arrepentidos, sin importar su pecado (ver Lucas 7:48). No podemos ignorar la verdad y llamarla "gracia" como tampoco podemos ignorar la gracia y llamarla "verdad". La verdad es que Dios juzgará el pecado; la gracia es que Dios nos salva del pecado.
Podemos y debemos amar a los pecadores no arrepentidos y a los que se niegan a reconocer su pecado. Debemos desear lo mejor para ellos y hacerles el bien. Y debemos decirles la verdad sobre su pecado, junto con el mensaje de la gracia de Dios en Cristo: el pecado puede ser perdonado y los corazones pueden ser renovados.
En todo esto, es importante permitir que la Biblia (y solo la Biblia) defina el pecado y la justicia. Si la Biblia dice que algo es pecado, entonces ninguna presión social, sabidurÃa mundana o experiencia personal deberÃa hacernos decir algo diferente. La verdad es la verdad, no importa lo que digan o sientan los demás.
Pablo, que con frecuencia se encontraba en medio de conflictos sociales y religiosos, lo dijo muy bien: "El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad" (2 Timoteo 2:24-25, NBLA). Cuando instruyamos a otros en la verdad, hagámoslo con delicadeza y amabilidad hacia todos.