Aunque el contexto inmediato habla de la nación de Judá, esa nación ilustra la condición humana que se da en todas partes y para todos. Se trata de un concepto que los teólogos han denominado "depravación total".
Romanos 1-3 habla de la depravación total de la humanidad. Los versÃculos siguientes sirven para ilustrar este punto:
No todas las personas cometerán todos los pecados enumerados anteriormente. La depravación total no significa que cada persona sea tan mala como pueda serlo, sino que cada persona está completamente consumida por el pecado y no hay esperanza de que cambie y "mejore" por sà misma. Somos "extremadamente perversos". Romanos 8:8 dice: "los que viven según la carne no pueden agradar a Dios". "Según la carne", en el contexto se refiere a la persona natural que no ha sido regenerada por el EspÃritu de Dios. La "enfermedad" es terminal e incurable, hasta el punto de que Pablo describe a los no regenerados como "muertos en pecados" (Efesios 2:1; Colosenses 2:13).
Jesús vino a inaugurar un Nuevo Pacto para que los pecados pudieran ser perdonados y los pecadores pudieran nacer de nuevo (Juan 3:5). Como personas "extremadamente perversas", no podemos reformar nuestros corazones por nuestro propio esfuerzo. La única solución es que Dios convierta nuestros corazones en nuevos, limpiándolos del pecado y volviendo a orientarlos básicamente para agradarle a Él.