"Bendecir" al Señor es alabarle. El autor del Salmo 103 se recuerda a sà mismo y al pueblo de Dios que recuerden siempre alabar al Señor con sincera dedicación por Su amor, bondad, compasión, perdón y salvación: "Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mÃ. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias. Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!" (Salmo 103:2-5, NTV).
Bendecimos al Señor con nuestra alma cuando nos deshacemos de la apatÃa, la falta de atención y cualquier negatividad que pueda haberse colado en nuestras vidas. Cuando utilizamos nuestra mente para recordar todo lo que Dios ha hecho por nosotros, provocamos una respuesta apasionada de alabanza y adoración que brota de lo más profundo de nuestro ser.
Del mismo modo, cuando expresamos de todo corazón nuestro agradecimiento por la misericordia y la gracia de Dios hacia nosotros como pecadores, bendecimos al Señor con el alma.