Las razones de Dios para provocar la muerte de AnanÃas y Safira tienen que ver con Su aborrecimiento del pecado, la hipocresÃa de la pareja y la lección para el resto de la iglesia, en aquel entonces y ahora. Hoy en dÃa es fácil pasar por alto la santidad de Dios, olvidar que Él es justo y puro y que odia el pecado de todo corazón. Este pecado en particular de hipocresÃa en la Iglesia, se trató con rapidez y decisión.
El caso de AnanÃas y Safira ilustra el hecho de que incluso los creyentes pueden ser llevados a cometer pecados flagrantes y atrevidos. Era Satanás quien habÃa llenado sus corazones para mentir de esa manera (Hechos 5:3) y para "tentar al EspÃritu Santo" (versÃculo 9). La codicia, la hipocresÃa y el deseo de alabanza de los hombres contribuyeron a su desaparición.
Las muertes repentinas y dramáticas de AnanÃas y Safira sirvieron para purificar y advertir a la iglesia. "Y vino gran temor sobre toda la iglesia" (Hechos 5:11). Inmediatamente, en la infancia de la iglesia, Dios dejó claro que la hipocresÃa y el disimulo no iban a ser tolerados, y Su juicio sobre AnanÃas y Safira ayudó a proteger a la iglesia contra futuras pretensiones. Dios puso los cuerpos de AnanÃas y Safira en el camino de todo hipócrita que intentara entrar en la iglesia.
Además, el incidente con AnanÃas y Safira ayudó a establecer la autoridad de los apóstoles en la iglesia. Los pecadores habÃan caÃdo muertos a los pies de Pedro. Fue Pedro quien habÃa conocido el pecado secreto y tenÃa la autoridad para pronunciar juicio en la iglesia (ver Mateo 16:19). Si la hipocresÃa de AnanÃas y Safira hubiera logrado engañar a Pedro, habrÃa dañado gravemente la autoridad de los apóstoles.