Pregunta
¿Cómo era el JardÃn del Edén?
Respuesta
Edén era el nombre de una región de la tierra cuando Dios creó por primera vez el mundo. La palabra hebrea traducida como "Edén" se interpreta como "placer" o "deleite". En esta área Dios plantó un jardÃn:
"Y el Señor Dios plantó un huerto hacia el oriente, en Edén, y puso allà al hombre que habÃa formado. El Señor Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer. Asimismo, en medio del huerto, hizo brotar el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Del Edén salÃa un rÃo para regar el huerto, y de allà se dividÃa y se convertÃa en otros cuatro rÃos" (Génesis 2:8–10).
En esta breve descripción, observamos varias cosas sobre el JardÃn del Edén: 1) fue planeado y plantado por Dios mismo; 2) fue el primer hogar de la humanidad; 3) contenÃa una increÃble variedad, con "toda clase de árboles"; 4) era un lugar hermoso, ya que los árboles eran "agradables a la vista"; 5) era un lugar fértil y fructÃfero; 6) proporcionaba alimento y nutrición, ya que los árboles eran "buenos para comer"; y 7) estaba bien regado de forma natural. Más adelante, leemos que habÃa toda clase de animales en el jardÃn (Génesis 2:19-20). También tenemos constancia de que Adán y Eva estaban desnudos en el jardÃn (Génesis 2:25), lo que indica que no necesitaban ningún tipo de protección: el entorno, incluido el clima, era perfectamente adecuado para la humanidad.
No conocemos la ubicación exacta del JardÃn del Edén, pero la descripción bÃblica de la zona lo asocia con cuatro rÃos y abundancia de recursos, entre ellos oro fino y piedras preciosas (Génesis 2:11-14). También sabemos estas cosas sobre el Edén:
El JardÃn del Edén era un lugar donde el hombre podÃa encontrarse con Dios. El Creador "se paseaba en el huerto, al aire del dÃa" en Génesis 3:8, y Adán y Eva podÃan estar con Él y conversar.
El JardÃn del Edén era un lugar de provisión total. Dios habÃa cuidado hasta el último detalle al diseñar un hogar para la humanidad, creada a Su propia imagen (Génesis 1:27). A Adán y Eva no les faltaba de nada y eran libres para comer "de todo árbol del huerto" (Génesis 2:16), excepto de uno. Su dieta era vegetariana (Génesis 1:29).
El JardÃn del Edén era un lugar de unidad y comunión. Eva fue creada en el jardÃn y fue llevada a Adán (Génesis 2:21-22). AsÃ, Adán tuvo "una ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). La unidad y el compañerismo que disfrutaba la pareja humana era un reflejo de la unidad y el compañerismo que ambos disfrutaban con Dios.
El JardÃn del Edén era un lugar de trabajo y realización. Cuando Dios colocó a Adán en el jardÃn, le dio una tarea: Adán debÃa "trabajar [el jardÃn] y cuidarlo" (Génesis 2:15). Adán debÃa mantener lo que Dios habÃa plantado. Esta tarea se sumaba al mandato de Adán de: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:28). Dios bendijo a la humanidad, le dio responsabilidades y le proporcionó un trabajo significativo, creativo y beneficioso.
El JardÃn del Edén fue el escenario del primer matrimonio. Es en el JardÃn del Edén donde se define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer que han dejado a sus padres para formar una nueva unidad familiar (Génesis 2:24).
El JardÃn del Edén era un lugar de inocencia. Originalmente, no habÃa pecado en el jardÃn ni nada que pudiera causar ansiedad o inquietud. La desnudez de Adán y Eva (Génesis 2:25) "sugiere que estaban a gusto el uno con el otro sin ningún temor de explotación o posibilidad de maldad" (The Bible Knowledge Commentary: Law, Walvoord and Zuck, David C. Cook, 2018).
El JardÃn del Edén era un lugar de vida. Estaba "el árbol de vida en medio del huerto" (Génesis 2:9), y Adán y Eva tenÃan acceso libre y sin trabas a él.
El JardÃn del Edén era un lugar de prueba. También en medio del jardÃn estaba "el árbol de la ciencia del bien y del mal" (Génesis 2:9), cuyo fruto Dios habÃa dicho que Adán no podÃa comer: "mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el dÃa que de él comieres, ciertamente morirás" (Génesis 2:17). Era la única prohibición en el JardÃn del Edén. Dios habÃa creado a Adán y Eva para que fueran libres, con sentido moral y capacidad para tomar decisiones y elegir por sà mismos. La presencia de un árbol prohibido brindó a Adán y Eva la oportunidad de tomar una decisión real y necesaria: obedecer o desobedecer.
Lamentablemente, Adán no pasó la prueba. La serpiente del jardÃn, utilizada por Satanás, tentó a Eva con una falsa promesa de bendición, y la mujer comió del fruto prohibido. Ella, a su vez, dio el fruto a su marido, y él también comió. Ambos desobedecieron la palabra de Dios, y las consecuencias de su pecado fueron desastrosas para ellos y para todos sus descendientes (Génesis 3:1-19). Perdieron su comunión con Dios, perdieron su hogar y perdieron su inocencia.
El JardÃn del Edén se convirtió en un lugar de expiación y esperanza. El pecado de Adán y Eva fue castigado por Dios, pero en medio del castigo hubo misericordia. Dios cubrió su desnudez -de la que ahora se avergonzaban- con pieles de animales (Génesis 3:21). Y les dio una buena noticia: al juzgar a la serpiente, Dios dijo: "Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Génesis 3:15). Este versÃculo reconoce la maldición que pesa sobre la humanidad y la lucha que conlleva, pero también promete la provisión divina de un Salvador que lucharÃa contra la serpiente y vencerÃa. Este Salvador serÃa el "vástago de la mujer"; finalmente, Jesús, el Hijo de Dios nacido de una virgen, vino "para deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3:8). Desde el principio, Dios tenÃa en mente el plan de salvación, y en cuanto el pecado entró en el mundo nos informó de ese plan.
El JardÃn del Edén es un lugar al que anhelamos volver. Dios tuvo que obligar a Adán y Eva a abandonar el jardÃn, y colocó a un imponente querubÃn para impedir que volvieran a entrar sin autorización: "Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén. . . . Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones para guardar el camino del árbol de la vida" (Génesis 3:23-24 - NBLA). La pérdida de nuestro jardÃn paradisÃaco ha permanecido con nosotros y forma parte de nuestro profundo anhelo de lo que es bueno, puro y eterno (ver Eclesiastés 3:11).
El JardÃn del Edén será restaurado. Nuestro acceso al jardÃn eterno de Dios se basa en nuestra relación restablecida con Dios a través de Jesucristo (ver Lucas 23:40-43). Aquel que entregó Su vida por nosotros ha derrotado a la serpiente y ha abierto el paraÃso: "El que tiene oÃdo, oiga lo que el EspÃritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraÃso de Dios" (Apocalipsis 2:7). En la Nueva Jerusalén hay "un rÃo con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluÃa del trono de Dios y del Cordero. FluÃa por el centro de la calle principal. A cada lado del rÃo crecÃa el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto, y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones. Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa" (Apocalipsis 22:1-3a, NTV).
El JardÃn del Edén, ese lugar de placer y deleite, lo perdimos a causa de nuestro pecado, y Dios, en Su misericordia y gracia, nos lo restaurará en nombre de Cristo.
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